Publicado en 17 marzo, 2015 en la categoría Diseño de Interacción, Reflexión y con las etiquetas Golden Krishna, Timo Arnall
Unas cosas te llevan a otras. Eso es lo que me lleva ocurriendo durante toda esta pasada semana. Mi punto de partida fue el encuentro con el recién publicado libro de Golden Krishna. El libro, llamado “The Best Interface is no Interface”, habla principalmente de la obsesión por el uso de pantallas, y aboga por construir soluciones para el usuario, que necesariamente no se basen en interfaces gráficas.
Lo cierto es que a modo de reflexión me parece que aporta bastante. A veces la solución no está en construir una interface mejor, sino una forma más sencilla de solventar el problema.
Esto me condujo a varias búsquedas en internet. Me percaté de una especie de movimiento llamado «NoUI”, algo que a raíz de una charla que el mismo Krishna dio hace tiempo, y junto a la publicación de su libro, ha generado cierto revuelo en algunas personas relacionadas con el mundo de la interacción.
Y como unas cosas te llevan a otras, acabé aterrizando en un brillante post escrito por Timo Arnall, quien apenas conocía y que ha despertado gran interés en mí.
Éste post, además de mostrarme curiosas interfaces…
historia del mundo del diseño de interacción, y ejercicios curiosos fuera del contexto habitual…
me condujo hasta increíbles posibilidades que desconocía:
Me mostró una mirada distinta a la que Krishna expone en su libro. Quizás una mirada más realista. Más madura si cabe. Que me sirvió para sopesar las dos opiniones. Reflexionar en base a las mismas, y tomar mis propias conclusiones.
Por un lado la gente está demasiado acostumbrada a las pantallas. Eso es cierto. Por otro lado el uso de distintas interfaces no basados en pantallas también es posible, al igual que las soluciones para un mundo más inteligente que hacen uso de sensores. Pero la visualización de la información independientemente de cuál sea, necesita un soporte.
El concepto de diseño invisible me parece erróneo. El humano, como humano, necesita sentir, ver, oír y tocar. Y al final los diseños no pueden ser invisibles, pueden ser discretos, como ya dijo Dieter Rams.
Quizás no siempre lo necesario sea ver y tocar una pantalla. Los objetos cotidianos podrían servir como interfaces, sin la necesidad de mostrarse en una interfaz gráfica. ¿Podríamos tener apps físicas? ¿Objetos dinámicos generados virtualmente pero materialmente «tocables»? Quizás es cuestión de cambiar el chip. Quizás es momento de darle una vuelta a como interpretamos la manera de solventar problemas.
Más de esto y de lo otro muy pronto.